El artesano que conjuga tres pasiones heredadas

2022-06-23 08:52:36 By : Ms. Coco Liu

Agustín Elizalde unió, en su oficio, tres pasiones heredadas de generaciones antiguas. El amor por la madera, la música, y la percusión que mamó en sus raíces lo llevó a formarse como luthier. Considera que esta profesión tiene una parte de estudio, de formación, pero a la vez tiene mucho de autodidacta. La impronta que el artesano le imprime a sus productos para darle el sello y estilo personal.

La luthería ofrece tres alternativas: elaboración de instrumentos de cuerdas, vientos y percusión. Su temperamento llevó a Agustín a elegir esta tercera opción. Considera que es la que lo motivó a indagar para elaborar y crear nuevas propuestas culturales.

Gran parte del día Agustín lo destina a su trabajo. El taller ubicado en la parte trasera de su hogar es su oficina, su lugar en el mundo. Convive gran parte del día entre las máquinas que adquirió a través del programa Capital Semillas, jóvenes emprendedores. También está rodeado de maderas y muebles antiguos que en el futuro se transformarán en instrumentos musicales.

Una puerta, una abertura, una mesa antigua o cualquier otro producto que en el pasado formó parte de la vida cotidiana de una familia tendrá nueva utilidad. Agustín restaura la madera para darle una nueva función. De esta manera retorna a los inicios del cajón peruano. La caja, que nació en el siglo XVIII como símbolo de protestas de los negros esclavos en el período colonial, se recicló para transformarse en patrimonio cultural de Perú y en el instrumento más versátil del mundo.

Elizalde creció y se perfeccionó con el correr del tiempo. Respaldado e impulsado por grandes exponentes de la percusión de Paraná se abocó de llena a la industria. Inspirado en el cajón creó nuevas propuestas. Su obra llegó a grandes referentes de distintos géneros musicales. Los instrumentos que fueron fabricados en su taller forman parte del set musical del Chango Spasiuk, Raúl Barboza, Dos más Uno y Los Palmeras, entetre otros grandes exponentes de la cultura popular argentina.

El origen de la incursión de Agustín Elizalde en la luthería está en sus raíces. “El hobbie de mi madre fue la carpintería. A través de ella, que falleció muy joven, cuando yo tenía 10 años, heredé el amor por la madera. Por intermedio de mi abuelo paterno mamé mucho la música porque él fue guitarrista, pianista y cantante. Por otro lado mi viejo me enseñó el oficio de restauración de muebles antiguos, pero además de chico él tocó la batería. De esa manera se juntaron en la luthería todos los elementos: la madera, la percusión y la música”, relató, en diálogo con UNO.

Los primeros instrumentos que creó fueron para uso personal. A partir de 2009 comenzó este ejercicio para ubicarlos en el mercado. Desde ese entonces y hasta la actualidad transitó por distintas etapas. Experimentó muchas frustraciones hasta encontrar su propio camino en un ámbito con infinitas alternativas. “La percusión es gigantesca. Los elementos para poder hacer percusión son infinitos”, afirmó.

Agustín encontró dos pilares determinantes que generaron el crecimiento de su obra. Una de ellas fue la devolución de tres grandes percusionistas de la capital entrerriana: Agostina Bertozzi, José Luis Viggiano y Carina Netto. “Ellos me alentaron mucho para seguir adelante. Me dijeron que iba por buen camino. Eso me hizo parar la oreja y meterme de lleno”, resaltó Elizalde.

El respaldo del Estado nacional fue clave al momento de proyectar la construcción de la estructura necesaria que le permitiera profundizar el emprendimiento. Gracias al programa Capital semilla, jóvenes emprendedores, Agustín adquirió los insumos necesarios para transformar en realidad el objetivo personal.

“Arranqué con el oficio a través de mi viejo, pero no tenía taller ni herramientas. Hasta que aparece Capital semilla, jóvenes emprendedores, un programa de la Nación. A partir de ahí pasé, de no tener un taller, a tener mi propio espacio con mis máquinas. Ahí arranqué pisando más fuerte, seguro. Al principio fue complicado. Podía comprar algunas herramientas, pero avanzaba despacio”, rememoró Agustín.

El cajón peruano cumple un rol determinante en Elizalde Percusión. Descubrió este instrumento a inicios del siglo XXI y a través de un programa de televisión. “Recuerdo que estaban tocando arriba de un cajón. En ese momento no sabía lo que era. De hecho le decía caja. Ahí me enamoró el sonido. Como algo tan simple tiene muchos secretos. Muchos de esos secretos quedan con el fabricante”, aseveró.

A partir de ahí Agustín realizó un desarrollo sobre el cajón y diversos instrumentos con parche de madera. De esa manera creó nuevas propuestas. Uno de ellos es un cajón dual, un instrumento que ofrece, de un lado, un cajón peruano, y en el parche opuesto, un cajón flamenco. “Es una creación mía que fui perfeccionando. Llegué a un punto en el cual tocás de un lado y no se escucha del otro y viceversa, con las características propias del cajón”, explicó.

Esta creación abrió la puerta de variadas ideas. Muchas de ellas están en proceso de formación. Otras son una realidad. Uno de los productos al que dio vida Agustín es una figura octogonal que bautizó octajón, instrumento que está en proceso de patentamiento. “Es conga de un lado, flamenco del otro, pero con la variante de que se puede fabricar como cajón peruano también”, detalló Elizalde.

El bonca, bongó de un lado y cajón peruano, es otro de los productos creado por el artesano paranaense. También ideó el tronófono, una figura octogonal con un parche de madera y un resorte sobre el parche y la salida de boca con una medida específica que le da el sonido. “Esto provoca un efecto que produce clima. Lo llevan terapistas y músicos. Está orientado a teatro, escuelas, de todo. Es algo que atrapa, te deja con la boca abierta. Es la sensación de colocarse un caracol de mar en el oído”, describió.

Elizalde ofrece dos tipos de productos, todos de excelente calidad. Por un lado tiene la línea estándar. “Hay cajones de pino chileno sin nudos. El nudo corta la vibración del sonido, y al no tener nudo el sonido viaja mucho mejor”, explicó. La unión del cajón es en cola de milano. Esto refuerza aún más el sonido. En cuanto a estructura es súper sólido, prensado a 10 toneladas. Es para toda la vida. La idea es hacer un instrumento de calidad, que el músico lo compre una sola vez y listo, te olvidás”, amplió.

A su vez Agustín recicla muebles antiguos y los transforma en instrumentos musicales. Ahí aparece la figura de los denominados línea de selección. “La diferencia con la línea estándar parte de los cuerpos. Estos instrumentos nacen de vidas pasadas. Puertas, ventanas, tableros, muebles antiguos. Todo lo que se puede rescatar y recuperar, se convierte en instrumento”, subrayó.

“La línea selección es súper interesante porque es madera de 80 años. Me vuelve loco la idea de pensar que alguien tuvo ese mueble en el pasado, ya sea la mesa de una familia o una puerta de dos hojas del frente de una casa de una calle importante de Paraná. Desarmar y reciclar una puerta para transformarla en instrumento y que se vaya a todo el país, y al exterior, transformarse en un instrumento musical, no tiene precio”, narró.

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Para llevar adelante la fabricación de instrumentos de línea de selección se requiere de insumos específicos. “Estamos hablando de maderas súper solidas, estables en cuanto al secado y la calidad de la madera. Se suele usar mucho el cedro y el pino brasil, que son dos maderas con muchas cualidades acústicas, sobre todo para instrumento de percusión es lo mejor porque tiene un balance perfecto, sonidos bien redondos”, profundizó.

Agustín se tomó una pausa de cinco minutos. Se dirige del taller hacia la cocina, donde un televisor proyectaba Encuentro en el estudio. Los invitados de este espacio fueron Los Palmeras. Instantes después ingresa un mensaje de WhatsApp en el teléfono móvil de Agustín. “Me encantó el bongó. En cuarenta minutos estoy allá. Se suspendió la gira”. El artesano paranaense se sorprendió cuando, minutos después, uno de los integrantes de Los Palmeras golpeó las puertas de su casa. “Fue algo hermoso”, describió.

Esa anécdota marcó el ingreso del artesano paranaense a las grandes ligas. Hoy sus instrumentos forman parte del set musical de artistas de diferentes géneros musicales, como el Chango Spasiuk, Raúl Barboza, Los Totoras, Dos más Uno, por enumerar algunos, y con proyecciones de continuar su expansión.

“No sólo me contactan de Argentina. Estoy tramitando exportar porque me han llamado desde México, Colombia, Brasil, España, de todos lados porque muchas son creaciones personales y no la vas a encontrar en otro lado, y con la calidad sobre todo. Podrás encontrar imitaciones por Internet, pero no suenan de la misma manera”.

Dentro del ámbito de la luthería, Agustín tiene una meta personal marcada. La misma fue planteada cuando ingresó a esta industria. “El inconsciente colectivo de la sociedad relaciona a la luthería con una guitarra, y la percusión es algo segregado. Yo vengo a levantar, a ponerlo en el mismo nivel o más arriba”, indicó.

“El cajón peruano es un instrumento que nació en el siglo XVIII en el período colonial. A través de una ley le quitan a los negros esclavos todos los elementos de comunicación. De esa manera la única manera que tenían para comunicarse fue a través del toque, y lo único que encontraron al alcance de la mano fueron las cajas de los barcos pesqueros. Hoy el cajón peruano es patrimonio cultural de Perú y con el tiempo se transformó el instrumento más versátil del mundo. Se puede tocar cualquier ritmo musical sobre el cajón. Se usa desde tecno, folclore, rock, pop, blues, en infinidades de ritmo”, concluyó.

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